Uno de mis lemas de vida es que no debemos juzgar a los demás y menos si no hemos pasado por su situación, ni conocemos su vida. En este mundo las personas rápido hacen conjeturas de cada situación y más en esta época con las redes sociales. Luego ejercen de jueces, como si la vida fuera un tribunal donde sólo se juzga y se increpa en la vida de los demás. La verdad de la situación sólo la sabe la persona que la vive. Ella es quien sabe porque actúa de esa manera y porque toma las decisiones. Nadie, ajeno de ella misma, puede saber lo que siente o piensa. Se puede inferir pero jamás se va a poder poner en sus zapatos. Cada persona pasa por situaciones que las convierten en individuos y hacen su experiencia de vida única. Puede que su situación se parezca a una tuya o de alguien cercano a ti, pero jamás será exactamente igual.
Desde el momento en que estamos en el vientre de nuestra madre comienza la vida, todo lo que ella haga o pase nos afectará. Luego cuando nacemos cada decisión que nuestros padres o cuidadores tomen, desde la comida hasta como nos traten, también ejerce influencia. Sin dejar atrás los estilos de crianza, la cultura, las instituciones, el gobierno, la sociedad, las enfermedades, la genética y las circunstancias. Todo eso nos forma y es lo que dirige nuestra vida, aunque no lo queramos. Y como he hablado anteriormente, está en nosotros decidir si estos factores nos influencian para bien o para mal y cambiar nuestra forma de actuar o actitudes para que tener una buena calidad de vida.
Volviendo al tema central, nadie tiene derecho a juzgar o tildar a los demás. Todo lo que decimos tiene una influencia. Comenzando por quienes nos escuchan, que pueden ser eco de nuestros comentarios y terminando por la persona afectada, que puede ser tachada de lo que no es o se puede afectar de manera emocional y psicológica. ¿Qué vivimos en un mundo donde debe reinar la democracia y podemos decir lo que queramos? Sí, pero de igual manera debemos tener cuidado con lo que decimos. Porque no les gustaría estar en el lugar de la persona juzgada siendo tildada de lo que no es o recibiendo comentarios hirientes. De boca en boca, como si los demás con sus comentarios le fueran a resolver la vida.
Creo que ponerse en el lugar de una persona maltratada, acosada, o que ha pasado por algún incidente de violencia no es fácil. De igual manera ponerse en los zapatos del abusador, asesino o victimario. (Lo presento desde esta manera pero puede ser desde otra perspectiva o situación). Y no estoy defendiendo a nadie, sólo quiero hacer consciencia de que cada persona pasa por unas circunstancias particulares que los influencian. Así que antes de juzgar es más bonito reflexionar sobre que se puede hacer para resolver la situación si volviera a suceder, legislar o crear leyes que favorezcan el cambio. Promover la salud mental para que cada persona tenga una buena calidad de vida en todos los ámbitos y así crear un mundo mejor. Soñar no cuesta nada, pero tampoco pensar antes de juzgar.
Desde el momento en que estamos en el vientre de nuestra madre comienza la vida, todo lo que ella haga o pase nos afectará. Luego cuando nacemos cada decisión que nuestros padres o cuidadores tomen, desde la comida hasta como nos traten, también ejerce influencia. Sin dejar atrás los estilos de crianza, la cultura, las instituciones, el gobierno, la sociedad, las enfermedades, la genética y las circunstancias. Todo eso nos forma y es lo que dirige nuestra vida, aunque no lo queramos. Y como he hablado anteriormente, está en nosotros decidir si estos factores nos influencian para bien o para mal y cambiar nuestra forma de actuar o actitudes para que tener una buena calidad de vida.
Volviendo al tema central, nadie tiene derecho a juzgar o tildar a los demás. Todo lo que decimos tiene una influencia. Comenzando por quienes nos escuchan, que pueden ser eco de nuestros comentarios y terminando por la persona afectada, que puede ser tachada de lo que no es o se puede afectar de manera emocional y psicológica. ¿Qué vivimos en un mundo donde debe reinar la democracia y podemos decir lo que queramos? Sí, pero de igual manera debemos tener cuidado con lo que decimos. Porque no les gustaría estar en el lugar de la persona juzgada siendo tildada de lo que no es o recibiendo comentarios hirientes. De boca en boca, como si los demás con sus comentarios le fueran a resolver la vida.
Creo que ponerse en el lugar de una persona maltratada, acosada, o que ha pasado por algún incidente de violencia no es fácil. De igual manera ponerse en los zapatos del abusador, asesino o victimario. (Lo presento desde esta manera pero puede ser desde otra perspectiva o situación). Y no estoy defendiendo a nadie, sólo quiero hacer consciencia de que cada persona pasa por unas circunstancias particulares que los influencian. Así que antes de juzgar es más bonito reflexionar sobre que se puede hacer para resolver la situación si volviera a suceder, legislar o crear leyes que favorezcan el cambio. Promover la salud mental para que cada persona tenga una buena calidad de vida en todos los ámbitos y así crear un mundo mejor. Soñar no cuesta nada, pero tampoco pensar antes de juzgar.
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