Algo trágico le ocurrió, pero no recuerda (o no quiere recordar). No tiene apetito, no sabe hace cuanto lo perdió. Ni siquera le llama la atención el sexo con su esposo. Hace mucho perdió las ganas. Es fría, distante y vive en un viaje. Lidia es una mujer de 35 años que amaba pasear por el campo y componer canciones hermosas, pero de eso solo queda el recuerdo. Aunque en medio de la noche todo puede cambiar…
Una noche de verano, una muy calurosa de esas en las que el sudor se apodera de ti, Lidia sentía que todo cobraba sentido. Tocaba su pecho y sentía su corazón latiendo. Vio a su esposo dormir y por fin lo reconoció. Fue a la habitación de sus niños, pero no estaban. Salió al patio a buscarlos. Vio el cielo estrellado y la luna llena, pero en ese momento todo se desvaneció…
Recobró la conciencia con el sol en su cara y sus manos encadenadas.
-¿Dónde estoy? Preguntó Lidia con miedo.
-¡Calla! Le dijo un hombre con mucho coraje.
No reconocía nada y sentía que estaba a punto de volver a desmayarse.
-Al fin te vuelvo a ver. Dijo una mujer con un vestido rojo ajustado y pelo rubio. Cuando miró su cara se pudo reconocer.
-¿Tu? Preguntó Lidia asombrada.
-Claro, ¿quién más? Dijo la mujer.
Ya es hora de que pagues por todos tus pecados. Fernando, prende la hoguera.
-No, no puedo terminar así. Dijo Lidia
-No y como pudiste terminar así con los demás.
Tu esposo, tus 3 hijos y casi con tu padre. Solo porque escuchaste una voz.
-No es cierto, eso no ocurrió.
-¡Claro que sí! Por eso estás aquí. Dijo su reflejo con desdén.
-Ha llegado tu hora.
Justo cuando estaba apunto de comenzar a arder. Sus recuerdos fueron claros. Todo lo que le dijo la rubia despiadada era verdad. Ella era la rubia despiadada que acabó con su familia.
Despertó atada, pero esta vez en un cuarto de hospital y custodiada por varios policías. Mientras escuchaba al doctor hablar con su madre.
-Sabe que no puede pasar un solo día sin sus medicamentos. Dijo el doctor.
-Lo sabemos y llevaba años estable. No sabemos qué ocurrió.
-Hay que dejarla internada, pues esta vez estuvo a punto de cometer un gran crimen.
-Pero por suerte todos están bien. Dijo su madre con alivio.
Ya todo tenía sentido para Lidia, aunque el recuerdo no estaba claro.
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